1º) Respirando Mantricamente
A.- Hacer una inspiración profunda por la nariz del gran aliento de vida de nuestro padre creador.
B.- Retener unos instantes y exhalar lentamente por la boca.
C.- Repetir los pasos A y B hasta completar 7 respiraciones completas.
D.- Dirigir toda nuestra atención e inteligencia a nuestro cuerpo templo. El reconoce nuestra presencia espiritual luz YO SOY y nuestra suprema energía que le proporciona la vida.
E.- Mentalmente, nos dirigimos a nuestro cuerpo diciéndole:
"Aquiétate y sabe que YO SOY la presencia de Dios que habita en ti. Distiéndete, relájate, aquiétate y sabe que YO SOY."
2º) Toma de conciencia del amor en nuestro corazón.
Somos frutos del amor de nuestro padre celestial por lo tanto albergamos en nuestro corazón (el tabernáculo de nuestra alma) el mas preciado de los tesoros, la herencia genética espiritual del sublime Amor desde el cual fuimos hechos a la imagen y semejanza de nuestro Padre creador.
Tomar conciencia de esto nos permitirá abrir los portales celestes donde se encuentran celosamente guardados y protegidos por los 7 sellos Herméticos, los grandes secretos que nos permitirán acceder al caudal inagotable de la sabiduría suprema.
Ejercitemos la dulce sensación de experimentar este Amor que nace con la toma de conciencia lograda al comprender la sabia reflexión anteriormente expuesta.
Esta comprensión espiritual que es el subproducto de la sabiduría divina se plasmara en nuestro corazón hasta que, de igual manera que en los casos anteriores, ese efecto aparezca con sólo pensar en ello.
3º)Toma de conciencia, canalización y encauzamiento de la energía divina.
El flujo de luz divina que entra por la parte alta de la cabeza (centro de conciencia o chakra coronario), transita el sendero iniciatico contactando con el centro de conciencia o chakra frontal, ubicado en el medio de nuestros ojos, sigue su camino y pasa por el centro de conciencia o chakra laríngeo que se encuentra a la altura de la garganta, continua su viaje activando el centro de conciencia o chakra cardiaco, ubicado en el centro del Amor en nuestro corazón y se ancla en el centro de conciencia o chakra del plexo solar (boca del estomago, donde termina el esternón) expandiéndose hacia todos nuestros centros vitales.
Este proceso se produce inconscientemente y automáticamente sin la intervención de la voluntad humana, siendo esencialmente necesario para que nuestra verdadera identidad espiritual pueda contactarse con sus cuerpos de manifestación física y así poder maniobrar nuestra encarnación y sus múltiples funciones en el mundo que nos rodea en forma práctica y armoniosa.
Ser plenamente concientes de este proceso nos permitirá canalizar la esencia divina de la vida en forma mucho mas eficaz irradiándola hacia cada átomo molécula y célula de nuestro cuerpo templo físico y hacia cada supraátomo de los demás vehículos sutiles que componen nuestra manifestación en este plano físico tridimensional (campo mental, emocional, etérico, etc.).
Nuestra cabeza es como una enorme antena que recoge la Energía que le llega de todas direcciones. Nuestro corazón le suma a ese torrente energético el amor que hay en él. Y por nuestro plexo solar se emite, esa Energía, enriquecida con nuestra mejor intención, en la dirección de nuestro objetivo.
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